Carlos Alfredo se arrancó las raíces de la amargura, afirma, y ya escribe la verdad de su vida

Su vida podría ser el guion de una película. Muchos altibajos han sucedido en la existencia del polifacético artista Carlos Alfredo, quien hace de su historia de vida un total aprendizaje. De ser dueño de una vida envidiable, con esposa popular, con hijas maravillosas (Techy y Karla) y una carrera colmada de éxitos, de repente ya no era esa persona.

El divorcio de su primera esposa, Tania Báez, en el 2004, fuertes cuestionamientos surgieron a su alrededor, que lo volcaron a una depresión y que lo llevaron al borde del suicidio. Así lo confesaría en el 2013 en una entrevista televisiva, luego de haber formado otra familia en la que procreó a Alejandro y a Enma.

Toda esa tormenta es pasado. El veterano “showman” asegura que ya sanaron todas sus heridas, incluso hasta las del divorcio de su segundo matrimonio. “Soy el campeón de la resiliencia”, dijo entre risas.

“Esas raíces de amarguras, a veces, se entierran muy profundas y por más veneno que tomes para acabar con eso no puedes, eso solo se saca de raíz, y entonces sale. Y eso fue lo que hicimos”.

El actor confesó que tuvo momentos en los que perdió el rumbo, justamente antes de conocer a Jesús. Para ese entonces ya estaba divorciado, y su carrera no contaba con un gran esplendor.

“Cuando yo conozco las herramientas que me presenta la Biblia, dije: eso es lo que necesito, si no me hubiese ido del país, quizás no hubiese desarrollado el talento para escribir libros, porque yo sigo cantando igualito”, expresó.