Jorge Mera llamando a la calma: “No se preocupen que Miguel es mi amigo”
Bajo el abrigo de una amistad que se había tejido desde la infancia, la muerte penetró este pasado lunespor las puertas del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y se condujo sin titubeos por los pasillos de la institución, en las manos de Fausto Miguel Cruz de la Mota, quien le arrebató la vida al ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera.
El “amigo personal” del fenecido funcionario llegó antes del mediodía y a pesar de que no tenía un arma de fuego visible, según declaraciones, si cargaba consigo y a la vista una perturbación que despertó las alarmas del personal.
“No se preocupen que Miguel es mi amigo, mi amigo, mi amigo”, fueron, según testimonios que pudo levantar Listín Diario, las palabras del ministro Jorge Mera para calmar a sus colaboradores antes de cerrar la puerta que minutos más tarde se volvería a abrir para confirmar que su cuerpo seguía ahí, pero sin vida.
Dos, tres, siete disparos, por lo menos, se escucharon en el interior de las oficinas en las que Cruz de la Mota entró como amigo del ministro y salió como su criminal. Como un asesino.
Aún no pasaban las 12:15 del mediodía cuando el sonido de los proyectiles forzó la salida de los trabajadores y visitantes que despavoridos y, algunos, sin saber bien lo que pasaba salieron de prisa como lo ordenan los protocolos, dejando dentro todo tipo de artículos personales, incluidos sus celulares.
Después de ahí, “todo fue gritos y desesperación”, contó una de las personas consultadas.
Pánico los impulsó a saltar
En tan solo minutos, los amplios jardines del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales se convirtieron en un mar de gente que inundaba con lágrimas un escenario ya cargado de angustia.
Los servidores públicos corrían sin destino fijo pero sus pasos no podían ir más allá de las cercas de metal que aislaban la edificación de la Avenida Gregorio Luperón y sus alrededores, y que además eran custodiados por miembros de la Policía Nacional (PN) para evitar que salieran.